«A quienes tuvieron que abandonar su lugar y a quienes se quedaron como extraños en su propia tierra».
Ana Penyas.
Algunos de los mejores historiadores nacionales se mueven entre viñetas. Esa es, al menos, mi sensación. Quizá sea la arraigada conciencia social de nuestro cómic, que suele tomar como hábitat argumental tanto la guerra civil como la posguerra, la que mueve a autoras y autores a querer revivir con exhaustividad las grandes injusticias acontecidas en este país a lo largo de los años. Y es que hay pocos medios (por no decir ninguno) donde una persona posea un control creativo tan absoluto, y maneje un abanico de recursos tan extenso, como en el cómic.
En Paco Roca o Jaime Martín tenemos, por ejemplo, a dos cronistas de manual. Y en Ana Penyas (Premio Nacional de Cómic en 2018), a otra.
Si en ‘Estamos todas bien’, Penyas se desenvolvía entre el tejido histórico para sacar a relucir el valor de las mujeres olvidadas de una generación, aquí hace lo propio para contar la historia de toda una vida de tretas de índole comercial provocadas por empresas hosteleras para vender como turismo exótico, a la Europa más adinerada, la España de mediados de los 60. Una España en plena dictadura franquista, algo ante lo que los propios turistas, por cierto, preferían no opinar, como bien muestra Penyas al principio de la obra.
Con ese punto de partida, la autora atraviesa entonces seis décadas de historia de la mano de una familia, y una región concreta de la costa del levante, haciéndonos testigos de las heridas que dejan las inhumanas decisiones de algunas corporaciones.
Gracias a una pasmosa habilidad narrativa, tan eficiente como en ‘Estamos todas bien’, pero mucho más pulida, Penyas intercala algunos fragmentos más explicativos, trasladados desde algunas producciones televisivas de la época, entre el relato costumbrista, dando lugar a una amalgama de recursos que se entremezclan para conjugar una secuencia armónica constante.
Y es ahora cuando podríamos empezar a abarrotar la reseña de observaciones sobre el apartado gráfico, aunque seguramente nos dejaríamos muchas por el camino, pues es la presencia estética del tebeo, elaborado entre los lápices de colores y el dibujo digital, la que impulsa con fuerza al lector a través de las páginas, enmarcando a los personajes en escenarios que se expresan por sí solos, con una suerte de collage que da rienda suelta a unas reflexiones que Penyas parece dejar sobre el papel para que sea el propio lector el que las recoja con la mirada.
Pero si hablamos de presencia, hay que hacerlo de una de las características más notables del trabajo de la autora: el color. De texturas rústicas, y con una paleta que mezcla con atrevimiento la aleatoriedad de los tonos que habitan en las regiones costeras más turísticas de nuestro territorio, el aspecto cromático se muestra conscientemente nostálgico durante toda la obra.
A pesar de tratar un problema de temática tan local, ‘Todo bajo el sol’ demuestra con matices y apuntes gráficos una ambición global en su mensaje. Un libro que consagra (todavía más) a Ana Penyas como uno de los mayores talentos de nuestro cómic.
Aquí puedes ver la charla que tuvimos con Ana Penyas a través de nuestro Instagram el pasado 19 de febrero.