«Deduzco que era consciente de que terminaría de este modo. Quizá fue su canto de cisne. Quizá quiso darnos el regalo de… Sentir».
Sol de mayo (El Don).
Que Isaac Sánchez se ha convertido, por derecho propio, en uno de los artistas más relevantes del cómic nacional con tan solo dos obras largas a sus espaldas, es un hecho irrefutable. Y en el derecho propio incido porque, Isaac, lejos de aprovechar su situación como personalidad reconocida dentro del mundo del entretenimiento, ha optado por desmarcarse de su archiconocido alias, Loulogio, para retomar aquella identidad artística que empezó a construir en 2009 con ‘El regreso del hombre pez‘ (Glénat) -álbum que le sirvió para hacerse con el premio Josep Coll en el Salón del Cómic de Barcelona de ese mismo año-, pero que decidió dejar en stand by durante una larga época de proliferación humorística youtubera entre batamantas y anselmos.
‘El Don‘ (Dolmen) es su tercera obra, pero bien podría tratarse de una quinta o una sexta para cualquier autor considerado un iniciado en esta industria. Y es que, Isaac, no lo es. No lo es porque es un tipo que en sus páginas no solo hace valer su pasión, sino también su formación. «Para saber hacer cómic hay que leer mucho cómic», decía en uno de sus directos más recientes en su canal de twitch. ‘Taxus‘ (Dolmen; 2017), una historia que construyó en apenas tres años, podría ser un ejemplo perfecto del camino del héroe en términos de aprendizaje, pues en ella no solo supo contar una gran historia de fantasía sino que, además, no tuvo miedo de arriesgar y fue mostrando poco a poco conceptos narrativos que al final dotaron al cómic de un carácter salvaje, como si de un grito de libertad creativa se tratara.
Pero si ‘Taxus’ se sentía libre, en el ‘El Don’ las sensaciones son intencionadamente diferentes. Isaac ha viajado desde los bosques de la mitología cántabra a los grises de las calles de Madrid. Ha abandonado los tonos vivos por la atmosfera oscura. Y ha dejado de lado las segundas oportunidades y el dilema identitario para hablar de la supervivencia y la opresión.
Eduardo y Patri viven, a duras penas, en un pequeño piso de Alcorcón (Madrid) mientras intentan salir adelante en un mundo en el que algunas personas se ven contagiadas por un virus, conocido como ‘el don’, que les dota de habilidades extraordinarias, pero que resulta ser mortal. Un virus que Edu manifiesta de manera repentina durante un partido de futbol de la liga local de su barrio y que, más tarde, será motivo para que la pareja huya, transformando la historia en un drama de acción desenfadado marcado por una ciencia ficción de tendencia superheroica.
Como ya ocurriera con ‘Taxus’, el subtexto vuelve a ser el gran protagonista, pues, en este caso, la intención crítica, en una línea argumental que se asemeja mucho a la realidad que nos está tocando vivir en este 2020, es suficientemente palpable para entender que Isaac quiere hablar de aquellos que peor lo están pasando en esta pandemia, mostrando a una sociedad con una alarmante falta de empatía que lucha por sobrevivir y atrincherarse en su individualismo y en sus estrechas convicciones.
Y, aún siendo el guion un atractivo destacado, es en el apartado gráfico donde más sale a relucir el talento del autor. Pues a sus potentes secuencias de acción, uno de sus puntos fuertes y donde crece a pasos agigantados, se suma en esta ocasión una habilidad cada vez más notable para moverse en la narración de espacios vacíos y silencios, donde los matices de la escena cobran sentido emocional.
Isaac dibuja, con gran acierto, un costumbrismo patrio, con una importante carga social, en medio de una distopía plagada de las mejores influencias sci-fi. La fórmula vuelve a ser arriesgada y, es precisamente esa valentía, la que convierte a ‘El Don‘ en otro prometedor paso adelante en la carrera de Isaac Sánchez como historietista.
Isaac Sánchez habló con nosotros sobre ‘El Don’ el pasado 3 de diciembre en directo en Instagram. Aquí os dejamos la charla completa.